Cuentos de Cuarentena VI: Non je ne regrette rien

2020-05-16

Non je ne regrette rien

 

En casa, desde siempre, he visto un porrón en la mesa, a veces incluso dos.

Bailar con el porrón en mano también era una visión clásica del comedor. Tres pasitos adelante, tres pasitos atrás y empinar el codo para beber un buen chorrito. La melodía habitual de los abuelos era una mezcla entre Brasil y Francia. Se mezclaba el ritmo con la sobriedad.

-“con mis recuerdos hice una fogata. Mis penas, mis placeres. Ya no los necesito. Barridos para siempre. Vuelvo a empezar de cero”

Seguidamente:

-“Estaba yo muy triste cuando ella apareció. Sus ojos y su sonrisa a mí me estremecieron. Mis amigos dicen que no es para mí. Pero solamente es ella que me hace feliz. Es solamente ella que me hace feliz. Solo se cosecha lo que se plantó, por eso me dicen que soy un soñador. Y digo lo que ella significa para mí. Ella es la frutilla más bella aquí del noreste. Estatus yo no tengo soy un hombre cualquiera. A pesar de recolectar papas de la tierra.”

Las canciones iban pasando una tras otra, a veces bailaban juntos y otras separados mientras hacían sus cosas. Podían bailar y limpiar cada uno en una estancia distinta de la casa. Podían bailar y cocinar. Incluso podían bailar mientras preparaban la lista de la compra. Se dedicaban a poner música y bailar mínimo 1 mañana por semana. Esas mañanas la radio que siempre sonaba en casa restaba muda para dar protagonismo al Cd o incluso a los vinilos. Las maquinas del pasado recobraban una vida vibrante, estremecedora, como si nunca hubiesen dejado de funcionar. Los vinilos parecían recién salidos de las discográficas y el Cd como mini vinilos relucientes esperando su turno. Reconozco que vivir todo eso me encantaba. Me encanta. Esta mañana ha sido mañana de música. Des de Edith Piaff hasta Morango do Nordeste no hemos parado de mover el cuerpo. Eso si cada uno a su ritmo. Nos merecemos una buena comida con un buen vino para recuperar fuerzas.

Hoy quiero un vino que me seduzca, con carácter, con actitud, que disponga de su propia música con la que el plato pueda bailar y sacar los mejores compases. Me viene a la cabeza una uva que para mí es capaz de darlo todo en este caso. Hoy les propongo a mis abuelos abrir un varietal Pinot Noir europeo. Producto de un terror muy característico de la Borgoña y en concreto el que dispongo es de la zona Côte-d’Or para ser exactos. Clima frío, que hace que la fruta no pueda llegar a la total madurez dando como resultado aromas a frutos rojos inmaduros cómo frambuesa acida, arándanos, cereza roja poco madura. Pero sobretodo encontramos un perfil floral y terroso. La Pinot Noir es una uva capaz de transmitir todas las notas del subsuelo como los hongos, los champiñones, los líquenes. Es decir, todas esas notas a humedad del bosque. Incluso encontramos pequeñas notas a brett que es una levadura presente en casi todos los ambientes fermentativos y nos da aroma a establo, a paja mojada. En nariz encontramos toques de gas carbónico y un toque muy tenue de sulfito. Notamos que, al tener poca graduación alcohólica, unos 12 grados, percibimos mejor toda su acidez que nos hace salivar. Es un vino con una buena estructura aterciopelada poco astringente y con taninos muy suaves. En la mesa tenemos pues, un vino suave que para muchos representa el lado femenino de los vinos negros y crea los caldos más elegantes del mundo.

Recuerdo leer una vez una frase que decía que la uva Pinot Noir era tan delicada que la tubo que crear el diablo, pero que su resultado era como degustar el cielo. Incluso en el s. IV Felipe el Osado emitió un edicto prohibiendo una variedad de uva llamada Gamay en favor de la Pinot Noir. Queda claro pues, que los duques de Borgoña fueron los mejores embajadores de dicha uva. Os voy a contar más curiosidades de este vino y su zona de procedencia la región de la Borgoña, catalogada patrimonio de la humanidad por la Unesco en el 2015.  Allí se habla de domaine para designar la bodega. Las plantaciones o viñedos acostumbran a ser pequeños y las bodegas suelen abastecerse de diferentes parcelas. Los vinos no se clasifican como lo hacemos nosotros: jóvenes, crianzas, reservas y grandes reservas. En Francia clasifican según la calidad del viñedo de procedencia. Los Grand Cru son los mejores, en pocas palabras son la formulación de un terruño. Luego vienen los Premier Cru, vinos de viñedos de calidad alta. Siguen los Village, mezcla de viñedos de menor calidad y un viñedo individual sin cualificar. Finalmente, los Regional que pueden ser vinos de cualquier lugar de la región.

Mi abuelo me mira con cara de satisfacción y pide más vino. Le sirvo contenta y vamos terminado la comida. Él va diciendo que cree firmemente que hoy en día mucha gente está muy perdida y no sabe ser feliz. Se tienen ideas preconcebidas erróneas de lo que es la felicidad y dedican su tiempo de forma descontrolada y sin rumbo hacia su búsqueda. Tenemos suerte nos dice, pues pienso que la mayor de las felicidades es estar con quienes queremos y nos importan, ayudar a los demás y hacer buenas acciones. Apreciar lo que se tiene. Hacer un poco de ejercicio y dormir bien. Todo esto lo tenemos.

Cierto afirmo, tenemos todo esto, gracias por recordarlo. ¿Todo esto has aprendido en el transcurso de la vida?  Si mi pequeña responde. Además ¿sabes?  Non je ne regrette rien, es decir; no, no me arrepiento de nada y soy muy feliz. Todo mi camino me ha traído hasta aquí para poder disfrutar de este tiempo contigo. Aprendiendo de vinos, bailando y comiendo bien.

Abuelo pon más música ahora cuando terminemos de comer.

Cuentos de Cuarentena VI: Non je ne regrette rien

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